Las personas que antes de los 18 años sufrieron tres o más quemaduras con ampollas, superan en cerca de 400 veces al resto de las personas en posibilidades de sufrir algún tipo de cáncer de piel.
La genética es otro factor que incide en el aumento de presencia de cáncer también ser de ojos y cabellos claros y piel blanca, refuerzan el riesgo de presentar daños por luz ultravioleta, por encima de una persona de piel negra o morena que tampoco están exentas de riesgo.
Los dermatólogos de la Caja explican a sus pacientes que la piel nunca olvida, se pueden tener daños agudos si se exponen al sol del mediodía pero también pueden presentar en forma prematura, arrugas, envejecimiento y tumores.
Los lunares congénitos “como una alfombra al ser una mancha grande con pelitos”, entre más grande sea la lesión en forma de mapa, mayor cantidad de melanocitos que pueden transformarse por lo que sí es menor de cinco centímetros y está en una zona propicia para operar, lo mejor es retirarlo.
Si son más grandes, hay que mantenerlos bajo vigilancia para que el dermatólogo los vea cada seis meses para garantizarse que dentro de la estructura del lunar no haya nodulaciones sospechosas de melanoma.
La mayoría de personas tenemos lunares en cualquier parte del cuerpo en forma de mancha o punto, los levantados (pápula) pueden tener o no color y ser con o sin bello. Se trata de lesiones benignas que se convierten en objeto de estudio si cambian de forma, color o tamaño.
En la actualidad, la Caja cuenta con muchos mecanismos para efectuar diagnósticos certeros como la dermatoscopía que permite ver la estructura del pigmento, como se distribuye la melanina en la piel y zona específica del lunar pero la mejor medicina es la prevención.
En el caso de las cámaras de bronceado, los especialistas son tajantes al decir que "los rayos UV que producen son cancerígenos" y no recomiendan su uso. Una sesión de estas equivale a un día expuesto al sol más fuerte (entre las 10.00 am y las 2.00 pm)